En el mundo actual, la fluidez de las comunicaciones y en general las innovaciones tecnológicas facilitan el libre acceso a obras intelectuales creadas en cualquier punto del planeta, ofreciendo a su creador, la posibilidad de lograr una difusión casi instantánea y a nivel mundial de su obra.

Probablemente la inmediatez del acceso esté haciendo perder la conciencia de que toda obra intelectual es el resultado del esfuerzo y la creatividad de una persona.

El ordenamiento jurídico reconoce derechos autorales al creador de una obra desde el mismo momento de su creación, sin necesidad de registro alguno, sin perjuicio de lo cual, a la hora en que su derecho sea discutido o aprovechado indebidamente, el autor se verá en la necesidad de acreditar con pruebas la existencia de ese derecho y su calidad de autor, es por ello que resulta altamente conveniente proceder al registro de las obras que se consideren de su autoría, aún siendo inéditas, con el fin de contar con herramientas jurídicas eficaces a la hora de hacer valer su derecho o de impedir el plagio o cualquier otra forma de utilización no autorizada de su propiedad intelectual.

Se considera obra intelectual a las obras científicas, literarias, artísticas, composiciones musicales, obras cinematográficas, de dibujo, pintura, escultura, arquitectura; modelos y obras de arte o ciencia aplicadas al comercio o a la industria; las obras de software, planos y mapas; fotografías, discos, etc.

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La protección legal de un software alcanza todas y cada una de las expresiones de la creación del autor de programas (diseño, programación y documentación), tanto el "programa fuente" como el "programa objeto", incluyendo la documentación técnica, como manuales de uso y mantenimiento.

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